La infección por virus del papiloma humano o papilomavirus (VPH) es la enfermedad de transmisión sexual de mayor incidencia en nuestro medio y constituye el factor etiológico más relevante del cáncer de cérvix uterino. El VPH está claramente implicado en la génesis y progresión de un amplio grupo de patologías del cérvix y otros epitelios anogenitales, incluyendo desde lesiones benignas como el condiloma acuminado, hasta el carcinoma invasivo y sus lesiones precursoras, que actualmente clasificamos como lesión escamosa intraepitelial (SIL) de alto o bajo grado. En más del 90% de las pacientes diagnosticadas de carcinoma de cérvix se detecta VPH.
La mayoría de infecciones por VPH son transitorias y se resuelven de forma espontánea, especialmente en mujeres menores de 30 años, pero en el 10% de las mujeres infectadas, el virus permanece después de 5 años. La progresión a SIL de alto grado y carcinoma requiere la persistencia de la infección y depende esencialmente del genotipo vírico implicado, aunque también se han valorado otros factores como la respuesta inmunitaria del huésped. Se ha postulado también que la coinfección por Chlamydia trachomatis puede potenciar la persistencia de la infección por VPH.
De los más de 118 tipos que han sido aislados y secuenciados, alrededor de 40 se transmiten por vía sexual. En base a criterios epidemiológicos, los genotipos asociados a patología cervical se clasifican según su capacidad transformadora en los siguientes grupos de riesgo oncogénico: bajo riesgo (6, 11, 40, 42, 43, 44, 54, 61, 70, 72, 81 y CP6108), alto riesgo (16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58, 59, 68, 73 y 82) y probable alto riesgo (26, 53 y 66).
Actualmente, las técnicas moleculares basadas en la amplificación de DNA por reacción en cadena de la polimerasa (PCR) permiten la rápida detección y tipificación de un amplio espectro de genotipos de VPH y pueden efectuarse tanto en muestras obtenidas por toma en cepillo de mucosa anogenital como en tejido parafinado, posibilitando estudios retrospectivos.
Además de su utilidad en el estudio de pacientes diagnosticadas de lesiones premalignas o sospechosas, la alta especificidad y sensibilidad de la PCR ha llevado a su incorporación en el cribaje de población asintomática dirigido a la prevención del cáncer de cérvix e incluso a replantear las indicaciones y la periodicidad del estudio citológico y colposcópico. El elevado valor predictivo del resultado negativo permite simplificar el protocolo de seguimiento citológico y el resultado positivo incorpora un protocolo de tratamiento y seguimiento ajustado al riesgo oncogénico del genotipo identificado y al contexto clínico-patológico.
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www.biopat.es
11/2010/ Dra. Beatriz García, Dra. Ruth Román